El oído es el receptor que nos pone en contacto con el mundo sonoro y con el lenguaje.
Los sonidos estimulan nuestro cerebro desarrollando en él aspectos clave para el aprendizaje como la atención , la memoria y la discriminación auditiva.
Cinco de cada mil niños son sordos al nacer. Otros tienen una sordera familiar que en pocos años les hace perder la audición.
Las sorderas que dependen del tímpano y del oído medio se llaman sorderas de conducción. Suelen ser de grado leve o medio. Limitan la percepción correcta del habla. Pueden causar defectos en la pronunciación, la lectura y el aprendizaje.
Las sorderas que dependen del oído interno, la cóclea o el nervio auditivo se llaman sorderas de percepción .Son las sorderas más graves. Pueden afectar a la adquisición del lenguaje.
Si la pérdida auditiva es anterior (prelocutiva) o posterior a la adquisición del lenguaje (postlocutiva), el niño tendrá diferentes necesidades de apoyo en el lenguaje y la lectura.
La sordera infantil debe ser diagnosticada lo antes posible, preferiblemente antes del primer año de vida a fin de que se pueda poner el tratamiento adecuado.
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